Nuestros Patrones

NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES

Faro devocional de todos los palmeros, Reina y Señora de La Palma, representa el consuelo, la esperanza y el regazo maternal al que todos acudimos con nuestras oraciones o visitándola en su recoleto y entrañable Real Santuario Insular.

En nuestra isla, la Virgen de las Nieves ha sido el centro de la devoción por parte de todos sus habitantes, con una fe y un amor continuamente demostrados, en el transcurso de todas las generaciones.

Obra gótica en la que se aprecian reminiscencias del románico, es una pequeña terracota de 57cm. de altura, de finales del siglo XIV, sobrevestida con telas desde 1534. Su rostro, esquemáticamente idealizado, refleja una plenitud espiritual que expresa lo eterno y sobrenatural. Tal vez a ello se debe la poderosa atracción que ejerce sobre quien la contempla y la devoción despertada a través de los siglos, devoción que pasa por ser la mas antigua de la isla y la imagen mariana más antigua de las que se veneran en nuestro archipiélago.

El fervor del pueblo imploraba su auxilio cuando alguna catástrofe natural asolaba la isla: volcanes, langosta, sequías, incendios, epidemias. Y en el transcurrir del tiempo, ha sido testigo de su milagrosa mediación ante tantos problemas a los que ha tenido que hacer frente, como fue la extinción del primer volcán de Fuencaliente (1646). Ese día, según recogen las actas del cabildo de la Palma, amanecieron las cumbres de esta isla llenas de nieve.

A ella, a nuestra Morenita, hemos recurrido cuando el dolor nos ha atormentado, en busca del sublime bálsamo de su amparo y consuelo. A ella hemos ido, siempre agradecidos, cuando hemos disfrutado, por su intercesión ante el Eterno, de los momentos de felicidad que tenemos en nuestra vida.

SAN FRANCISCO DE ASÍS

(Francisco Assisi; Asís, actual Italia, 1182-id., 1226) Fundador de la orden franciscana. Hijo de un rico mercader llamado Pietro di Bernardone, Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad. En 1202 fue encarcelado por unos meses a causa de su participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este lance, aquejado por una enfermedad e insatisfecho con el tipo de vida que llevaba, decidió entregarse al apostolado y servir a los pobres. En 1206 renunció públicamente a los bienes de su padre y vivió a partir de entonces como un ermitaño.
San Francisco de Asís predicó la pobreza como un valor y propuso un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios. El papa Inocencio III aprobó su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono. Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, la de los franciscanos. Además, con la colaboración de santa Clara, fundó la rama femenina de su orden, que recibió el nombre de clarisas.
Sin embargo, la dirección de la orden no tardó en pasar a los miembros más prácticos, como el cardenal Ugolino (que luego fue Papa) y el hermano Elías, y él pudo dedicarse por entero a la vida contemplativa. Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió los estigmas (las heridas de Cristo en su propio cuerpo), según testimonio de él mismo, y compuso el poema Cántico de las criaturas o Cántico del hermano sol, que influyó en buena parte de la poesía mística española posterior.
San Francisco de Asís fue canonizado dos años después de su muerte, el 15 de julio de 1226, y sus sucesores lo admiraron tanto por su modelo de austeridad como por su sensibilidad poética.
En el año 1223, decidió llevar a cabo su deseo hacer una representación del nacimiento de Jesús, en una cueva en Greccio, en la Toscana italiana. En la cueva, figura el Nacimiento de Jesús, quien, según la tradición, milagrosamente cobró vida en medio de la representación. En aquella noche deliciosa, se dio un impulso vigoroso a la contemplación plástica del hecho del nacimiento de Cristo. A partir de aquel momento, los frailes llegaron a hacer tradicional en todas las iglesias franciscanas la costumbre de representar la escena divina, recreando pesebres vivientes y extendiendo así la visualización del nacimiento de Jesús, antecedente próximo a los belenes.
Ello es la razón que llevó a las Asociaciones Belenistas de todo el mundo a solicitar del Vaticano la proclamación de San Francisco como patrono universal del helenismo, lo que felizmente se logró el año 1986, durante el pontificado de Juan Pablo II.